En las relaciones, la comunicación es esencial, pero a menudo las parejas se comunican de maneras que dañan su vínculo en lugar de fortalecerlo. Aquí exploramos cuatro formas comunes de comunicación destructiva que pueden poner en peligro la armonía de las parejas.

1. El Intento de Ganar

Una de las formas más comunes de comunicación perjudicial es cuando las parejas intentan “ganar”. El objetivo no es resolver conflictos mediante discusiones respetuosas, sino que un miembro (o ambos) ve la conversación como una batalla y utiliza tácticas para imponerse. Estas estrategias incluyen:

  • Culpabilizar (“¡Dios mío, no sé cómo aguanto esto!”)
  • Intimidar (“¿Puedes callarte y escucharme por una vez?”)
  • Quejarse constantemente para desgastar al otro (“¿Cuántas veces te he dicho que saques la basura?”)

Intentar ganar implica devaluar a la pareja, viéndola como obstinada, odiosa, egoísta o infantil. El objetivo es obligarla a “ver la luz” y aceptar la superioridad de tus conocimientos. Sin embargo, esta comunicación nunca lleva a una verdadera victoria. Puede que logres que tu pareja se someta hasta cierto punto, pero el precio será alto: la ausencia de verdadero amor y una relación marcada por la dominación y la sumisión.

2. La Necesidad de Tener Razón

Otra forma común de comunicación destructiva surge de la tendencia humana a querer tener razón. Las parejas pueden verse envueltas en el mismo argumento una y otra vez sin llegar a una resolución. “Estás equivocado”, dice uno. “No lo entiendes”. El otro responde: “No, tú estás equivocado. Yo soy quien hace todo y tú solo hablas de lo equivocado que estoy”. El primero replica: “Hablo de lo equivocado que estás porque estás equivocado. ¡Y no lo ves!”.

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Las parejas que necesitan tener razón nunca llegan al punto de resolver conflictos porque no pueden renunciar a su necesidad de estar en lo correcto. Para hacerlo, hay que ser capaz de mirarse objetivamente, algo difícil para muchos.

Confucio dijo: “He viajado por todas partes y aún no he conocido a un hombre que pudiera emitir un juicio sobre sí mismo”. El primer paso para acabar con el estancamiento del bien y el mal es estar dispuesto a admitir que puedes estar equivocado en algo. De hecho, podrías estar equivocado en las cosas en las que más insistes.

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