Comprende los motivos de tu aversión
- Traumas pasados: Pueden generar inseguridades y rechazo al contacto físico.
- Hipersensibilidad: El tacto puede resultar abrumador y angustiante para algunos, como los individuos dentro del espectro autista.
Evalúa si estás “agotado por el tacto”
- El cuidado constante de niños pequeños puede provocar una sensación de agotamiento y rechazo al contacto físico.
Comunícate efectivamente
- Explica tus preferencias a tu pareja: Comunica tus límites y disparadores claramente.
- Utiliza un lenguaje escrito: Si te resulta difícil hablar abiertamente, escribe tus pensamientos y sentimientos.
Explora tus zonas de confort
- Establece límites y explora diferentes tipos de contacto físico en un ambiente seguro.
- Utiliza una “palabra de seguridad” para indicar incomodidad.
Identifica los lenguajes del amor
- Descubre los lenguajes del amor tanto tuyos como de tu pareja.
- Explora formas alternativas de expresar amor, como actos de servicio o regalos.
Considera relaciones con personas afines
- Busca personas que también tengan aversiones al contacto físico o que se identifiquen como sapiosexuales, asexuales o arománticos.
Recuerda que no estás solo
- No eres el único que experimenta aversiones al contacto físico.
- Existen muchas personas que pueden entender y respetar tus necesidades.
No te conformes
- Si tus necesidades difieren significativamente de las de tu pareja, considera la posibilidad de reevaluar la relación.
- No sacrifiques tu comodidad o felicidad para cumplir con las expectativas de los demás.
Busca ayuda profesional
- Si tienes dificultades para navegar esta situación por tu cuenta, considera la posibilidad de consultar con un terapeuta o consejero de relaciones.
- Pueden brindarte apoyo y orientación para mejorar tu relación y bienestar emocional.