El peso de la ira
Tras el fin de una relación, soltar la ira es una tarea ardua. Quedarse atrapado en el “juego de la culpa” te llevará a cuestionarte incesantemente quién hizo qué, qué podría haberse hecho de forma distinta y quién acabó más afectado. Este tipo de pensamiento solo te amargará, llenándote de arrepentimientos y llevándote a un círculo vicioso.
El camino de la objetividad
Aunque no siempre es fácil, resulta más beneficioso centrarse objetivamente en las carencias de la relación y en cómo no satisfizo tus necesidades o las de tu pareja. No se trata de determinar quién tenía razón o quién estaba equivocado, sino de ser realista sobre lo que ocurrió y por qué.
Revisa los signos de alarma
Reflexiona sobre las señales de advertencia que quizá ignoraste. Piensa en los motivos que provocaron discusiones, no solo en quién las originó. Y, lo que es más importante, intenta comprender tu papel en lo sucedido.
La liberación del pasado
Aunque las respuestas a estas preguntas pueden ser dolorosas, te facilitarán soltar el pasado y evitar cometer los mismos errores en el futuro. La ira es una carga pesada que solo te impedirá avanzar. En lugar de aferrarte a ella, elige la liberación y emprende un camino hacia la curación y el bienestar.
¿Cómo dejar ir la ira después de una ruptura?
Céntrate en lo que faltaba en la relación y cómo no satisfacía tus necesidades o las de tu pareja.
¿Debo culpar a alguien?
No se trata de quién tenía razón o quién no, sino de ser realista sobre lo que sucedió y por qué.
¿Qué debo recordar sobre la relación?
Piensa en las advertencias que podrías haber ignorado y en los motivos de las discusiones.
¿Debería culparme a mí mismo?
Intenta comprender tu papel en lo sucedido, aunque sea difícil.