Cuando pones fin a una relación, es normal experimentar cierta culpa. Estas son algunas de las razones por las que puedes sentirte así:
Lastimaste a alguien que te importa. Si tu pareja no quería romper, es comprensible que te sientas mal por herirla.
No lo vieron venir. Tal vez pensaste que era evidente que las cosas no iban bien, pero la ruptura los tomó por sorpresa.
No hicieron nada malo. Puede que no hayas encontrado motivos sólidos para terminar, aunque ya no sentías lo mismo.
Son una buena persona. La gente que te quiere puede no entender por qué terminaste con alguien tan amable.
Elegiste mal las palabras. Quizás te expresaste con dureza o dijiste cosas que no debías.
Lo lamentas. Es posible que te sientas asustado o abrumado y ahora te arrepientas de haber terminado.
Por qué no deberías sentirte culpable
La culpa debería reservarse para cuando has cometido un error o has tratado mal a alguien. Si este no es el caso, no es justo que te sientas culpable. Romper es lo mejor para ambos a largo plazo.
Estás siendo honesto contigo mismo. Sabes en el fondo cuando una relación ha terminado.
Estás dando a ambos la oportunidad de ser felices. Al romper, ambos pueden seguir adelante y encontrar el amor.
No tienes el control de sus emociones. No es tu responsabilidad consolar a tu ex o ayudarle a procesar sus emociones.
Consejos para lidiar con la culpa
Acepta que está hecho. No puedes cambiar el pasado. Enfócate en el futuro.
Recuerda que solo tienes una vida. No la desperdicies en una relación que ya no funciona.
Concéntrate en lo que salió bien. Tu relación fue importante y aprendiste mucho de ella.
No aceptes el chantaje emocional. No es tu culpa que tu ex se sienta mal. Son adultos y son responsables de sus propias emociones.
